Opinión
Lo que puede haber detrás de las noticias
Las causas desconocidas que motivan la agresión anti siria y anti iraní
Joaquín R. Hernández - Especial Alahednews
¿Queda alguna duda de que las aventuras militares de Estados Unidos en el Oriente Medio estaban motivadas por el afán de controlar el petróleo de la región, ambicionado hoy por las nuevas economías emergentes y de modo particular la economía china?
A pesar de que los políticos y algunos periodistas del sistema estadounidense lo niegan, la sensatez apunta en esa dirección, con el aval de personas tan disímiles como Georges Soros o Noam Chomsky. Sin embargo, contra la opinión de todo el mundo, los detentores del poder norteamericano lo siguen negando y argumentan razones disímiles y, francamente, poco imaginativas.

Algo parecido estamos viendo en el caso iraní. Aquí se habla de causas que, sin negar su existencia e incluso su importancia, disfrazan las razones profundas de la hostilidad contra Irán y Siria. Ciertamente, existen disputas confesionales al nivel regional y hecho paradójicos como que el país que mayores ventajas geoestratégicas obtuvo de las guerras americanas fue el país de los persas: había emergido como el más influyente en el propio Iraq y hasta en Afganistán. Poseedor de su influencia se acrecentó extraordinariamente tras las guerras de Iraq y Afganistán. Pero estas razones, e incluso el programa nuclear de Irán, sinceramente, parecen tener mucho más de pretexto que de causas reales para la agresividad de Estados Unidos.
El caso sirio puede parecer más difícil de desentrañar. Por supuesto que nadie cree en la seriedad de una cruzada “democrática”, tal como la proclaman Europa occidental y Estados Unidos, interesada solamente en sustituir del poder al partido Baath y a su presidente por un gobierno integrado por los variados sectores de la difusa oposición. Tampoco aparecen otras justificaciones para el repentino interés europeo, norteamericano y turco en derrocar al presidente Bachar el Assad: Siria, hasta hoy, no forma parte de los grandes países productores de petróleo.
¿Qué mueve a un pequeño y rico país como Qatar, para apoyar a sectores insurgentes de ideologías indefinidas y de intenciones oscuras?
Los analistas, sobre todo los norteamericanos, han ignorado hechos que pueden explicar más claramente algunas de las causas desconocidas que motivan la agresión anti siria y anti iraní.
Se trata del tránsito por el territorio de ambos países de miles de millones de dólares en energía, fundamentalmente gas, a través de un gasoducto que atravesaría la región, desde Irán, poseedor de vastas reservas de este combustible, hasta el Mediterráneo, a través de los puertos occidentales de la costa siria.
Un proyecto sirio iraní, al que se suma Iraq, y que culminará con la construcción de un gasoducto de 5 500 kilómetros, fue firmado en 2010 y tiene previsto comenzar a funcionar comercialmente en 2016.

Siria posee reservas de gas considerables. El Líbano debe confirmar estudios sísmicos que anuncian la existencia también de considerables depósitos de gas y petróleo.
La ruta del gas, a través de estos tres países, tiene desde hoy una considerable perspectiva geopolítica, y la tendrá en mayor grado cuando el gasoducto se haga realidad.
Es por lo tanto comprensible que Qatar, poseedor de inmensos campos gasíferos -contiguos a los grandes campos iraníes del mismo combustible- se involucre en la insensata agresión, con el añadido de que el pequeño emirato del Golfo tiene en planes otro gasoducto hasta Turquía y que atravesaría Siria. Ya había dirigido una propuesta en tal sentido al gobierno sirio y fue desechada, y el gobierno de El Assad prefirió el proyecto conjunto con Irán. Y con Rusia.
Rusia está ampliamente comprometida en los proyectos sirio-iraníes. Su influencia en ellos complementará, y no competirá, con su presencia en el mercado gasífero europeo. Los yacimientos rusos de gas son decisivos para Europa occidental y tienen una gran importancia política: proporcionan el 60 por ciento del gas que consumen los europeos, y de modo muy especial los alemanes. El gasoducto sirio iraní representaría un apoyo sustancial para Rusia en su competencia energética con Occidente.
El proyecto conocido como el “gasoducto islámico” incluye también una refinería y grandes obras inducidas en Siria. Su salida hacia el Mediterráneo, y de ahí a Europa, se produciría en una zona con presencia naval rusa en los puertos sirios de Latakia y Tartus.
Los observadores siguen con interés las conversaciones de Irán con el grupo 5 + 1 en Ginebra, que se ha en un ambiente de mayor o desarrollado, en la última ronda, en un ambiente general de optimismo, en las nuevas condiciones que surgen de la disposición al diálogo manifestada por Irán, y por el acercamiento ruso estadounidense que lo precedió.
Podríamos estar en presencia, si se mantienen las constantes de los últimos días, de una reconfiguración de la situación en la región: del fortalecimiento de las posiciones del gobierno sirio, cuyo ejército ha resistido sin perder la cohesión, mientras los grupos opositores dedican el mayor tiempo a enfrentarse entre sí; de la expansión de la diplomacia iraní y del estudio de sus nuevas propuestas para desbloquear el debate sobre su proyecto nuclear; de la remisión de Turquía, por sus propios aliados, a un plano muy secundario, y del aislamiento casi absoluto de los guerreristas israelíes del bando de Netanyahu.
Son procesos en curso, complejos, interconectados e interdependientes, y las tendencias positivas tienen poderosos opositores. Pero no hay duda de que la impunidad con que estadounidenses e israelíes han actuado durante décadas en esta vital región, ha encontrado nuevos valladares. Los próximos acontecimientos deben seguirse con suma atención.