Internacional
Desigualdad y pobreza: dos azotes en dos continentes
La distribución desigual de los ingresos en África y Latinoamérica
Por Joaquín R. Hernández – Especial para Alahednews
El impacto en América Latina y en África de dos grandes males, la desigualdad en la distribución de los ingresos y el alto porcentaje de la población que vive en condiciones de pobreza, fue actualizado en días pasados.
En Lima, Perú, la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas celebró su trigésimo quinto período de sesiones, consagrado a los dos sensibles temas.
Mientras, se daba a conocer un informe, presentado por el importante grupo África Progress Panel, que preside el antiguo secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, sobre el comportamiento de ambos azotes en el continente africano.

En la reunión de CEPAL participaron representaciones de los 44 países miembros, así como doce observadores, quienes durante tres días debatieron el documento Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible.
Esta propuesta establece la necesidad de que se desarrollen en cada sociedad, y en la región por medio de mecanismos de integración y coordinación, pactos entre los distintos actores sociales para hacer frente a una dura realidad: América Latina es el continente donde se distribuyen de manera más desigual los ingresos de cada país.
Y además, en un fenómeno íntimamente vinculado con el anterior, la pobreza golpea a 240 millones de latinoamericanos, el 40 por ciento de la población del continente.
América Latina había reducido en los últimos años en un diez por ciento los índices de pobreza, en lo que influyen los logros obtenidos por países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, que trazaron y aplicaron políticas concretas contra este mal.
Pero la realidad sigue señalando que un número exageradamente alto de latinoamericanos no tienen posibilidad de acceder a servicios elementales.
¿Cómo explicarlo, si América Latina, en plena crisis económica global, se benefició de los altos precios de sus productos fundamentales, y durante los años 2010 y 2011 conoció una relativa prosperidad económica?
Los pactos promovidos por la CEPAL apuntan hacia la necesidad de generar cambios profundos y políticas gubernamentales específicas que enfrenten drásticamente la situación y generen, por lo tanto, una mejor distribución de los ingresos.
La situación prevista para la economía latinoamericana en los próximos períodos -desaceleración, niveles de crecimientos menores, disminución de la demanda de sus productos y de la dinámica del comercio internacional- hace más urgentes estas definiciones.
Entre los problemas internos comunes a la mayor parte de los países, la CEPAL cita además bajos niveles de inversión y de introducción de nuevas tecnologías, de incremento por tanto de la productividad, los insuficientes servicios públicos y las afectaciones al medio ambiente.

La CEPAL concede además una importancia esencial a la integración regional, a la creación de cadenas productivas entre los países, con vistas a enfrentar los desafíos de estos tiempos: permanente innovación tecnológica, redefinición de las antiguas jerarquías económicas mundiales, así como mercados regionales ampliados.
África: crecimiento no es desarrollo
Para el entendimiento generalizado, África es escenario de hambre, pobreza, atraso.
No es una imagen falsa. Sin embargo, las cifras macroeconómicas parecerían indicar otra cosa.
Según el informe de África Progress Panel, veinte naciones africanas (no se incluye el caso especial de Sudáfrica) figuran entre los veinticinco países que más han crecido entre 2008 y 2013, a pesar de la crisis financiera global, con un crecimiento medio anual del PIB cercano al 6%.
Se trata de naciones pequeñas y grandes, con economías dependientes de recursos energéticos y otras dependientes de los servicios y de la agricultura.
Pero el informe contrasta estas realidades con el hecho de que 32 de los 47 países de la región tardarán por lo menos una generación en duplicar su poder adquisitivo. De que uno de cada tres pobres del mundo sigue siendo africano. Y de que los niveles de desnutrición alcanzan a 223 millones de seres humanos, un triste récord mundial.
Es decir, que como sucede en América Latina, los beneficios del crecimiento económico se dirigen a minorías de la población de sus países. En efecto, África ocupa el segundo lugar, después de Latinoamérica, en la distribución desigual de los ingresos.
En el 2030, de mantenerse la situación actual, el veinte por ciento de la población africana seguirá en condiciones de pobreza extrema.
Las propuestas del Panel se dirigen a la atención de tres áreas principales: el desarrollo rural, esencial para las economías africanas, la protección de los recursos renovables y la captación de ingresos fiscales internos.

De todo lo cual se deducen dos conclusiones fundamentales.
La primera, que el crecimiento de las economías es sólo una base, y no un sinónimo, para lo que sería un real desarrollo: decrecimiento de la pobreza, ampliación de servicios básicos, como la educación y la salud, disminución de las desigualdades.
La segunda es de más envergadura. Las estructuras del modo de producción imperante son injustas desde su raíz.
El concepto según el cual los beneficios para las clases más pobres deben proceder del llamado “derrame”, es decir, del gasto en la economía de los sectores más beneficiados, es un falso y cruel sofisma.
De no producirse modificaciones estructurales sustanciales, o de no adoptarse políticas en las que todos los actores sociales se responsabilicen con el predominio de la justicia en las relaciones económicas internas, las cifras anuales de crecimiento serán para los pobres únicamente un trágico espejismo.