Internacional
La nueva base de Okinawa se construirá a pesar de la oposición local
Onaga: La construcción de la base daña el coral de la costa del noreste
Tokio ha anulado la decisión del Gobierno de Okinawa de detener las obras de construcción de la nueva base militar estadounidense en la isla.
La medida supone el último capítulo del largo pulso entre el Gobierno central y el de la isla, cuya población rechaza desde hace años la presencia de las 26.000 tropas estadounidenses, más de la mitad de las 47.000 destinadas en el país.
El gobernador de Okinawa, Takeshi Onaga, alegó la semana pasada que la construcción de la nueva base estaba dañando el coral de la costa del noreste y ordenó detener los trabajos.
Sin embargo, el ministro de Pesca, Yoshimasa Hayashi, ha anulado esa suspensión hasta que ese daño sea comprobado, lo que en la práctica supone la reanudación de las obras empezadas en agosto pasado.
La medida del Gobierno de Okinawa, "suponía un grave riesgo para la diplomacia y la política de defensa por el impacto negativo en las relaciones entre Japón y Estados Unidos y en los residentes de la zona de Futenma", ha justificado el Ministerio en un comunicado.
El conflicto nace en 1996 con el proyecto de trasladar la base militar desde Futenma, en el centro urbano de la isla, hasta Nago, una zona poco habitada situada a 50 kilómetros al norte.
El acuerdo entre Washington y Tokio buscaba aplacar a los ciudadanos del centro de la isla, que durante años han lamentado el ruido, los problemas de seguridad y las siete violaciones cometidas por soldados estadounidenses, documentadas por la prensa local.
Pero el traslado también ha encontrado la oposición de los residentes de la costa, que piden que se traslade a otra zona de Japón o incluso fuera del país.
Las protestas contra la presencia militar estadounidense en la isla han sido constantes en las últimas décadas.
El anterior gobernador, Hirozaki Nakaima, había defendido su expulsión de Okinawa, pero cambió de opinión cuando en 2013 Tokio prometió aumentar las inversiones en la isla.
Los electores juzgaron el movimiento como una traición y lo echaron en las siguientes elecciones del cargo, que desde entonces ocupa Onaga.
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Tokio ha anulado la decisión del Gobierno de Okinawa de detener las obras de construcción de la nueva base militar estadounidense en la isla.
La medida supone el último capítulo del largo pulso entre el Gobierno central y el de la isla, cuya población rechaza desde hace años la presencia de las 26.000 tropas estadounidenses, más de la mitad de las 47.000 destinadas en el país.
El gobernador de Okinawa, Takeshi Onaga, alegó la semana pasada que la construcción de la nueva base estaba dañando el coral de la costa del noreste y ordenó detener los trabajos.
Sin embargo, el ministro de Pesca, Yoshimasa Hayashi, ha anulado esa suspensión hasta que ese daño sea comprobado, lo que en la práctica supone la reanudación de las obras empezadas en agosto pasado.
La medida del Gobierno de Okinawa, "suponía un grave riesgo para la diplomacia y la política de defensa por el impacto negativo en las relaciones entre Japón y Estados Unidos y en los residentes de la zona de Futenma", ha justificado el Ministerio en un comunicado.
El conflicto nace en 1996 con el proyecto de trasladar la base militar desde Futenma, en el centro urbano de la isla, hasta Nago, una zona poco habitada situada a 50 kilómetros al norte.
El acuerdo entre Washington y Tokio buscaba aplacar a los ciudadanos del centro de la isla, que durante años han lamentado el ruido, los problemas de seguridad y las siete violaciones cometidas por soldados estadounidenses, documentadas por la prensa local.
Pero el traslado también ha encontrado la oposición de los residentes de la costa, que piden que se traslade a otra zona de Japón o incluso fuera del país.
Las protestas contra la presencia militar estadounidense en la isla han sido constantes en las últimas décadas.
El anterior gobernador, Hirozaki Nakaima, había defendido su expulsión de Okinawa, pero cambió de opinión cuando en 2013 Tokio prometió aumentar las inversiones en la isla.
Los electores juzgaron el movimiento como una traición y lo echaron en las siguientes elecciones del cargo, que desde entonces ocupa Onaga.