Internacional
Confiesa el crimen, pero no los motivos
Decapitó a su jefe y trató de volar una planta química
Yasin Salhi, el sospechoso del atentado del pasado viernes en el este de Francia, confesó haber decapitado a su jefe y haber tratado de volar una planta química, pero se mostró menos claro a la hora de desvelar los motivos de su acción.
Salhi, de 35 años y padre de tres hijos, confesó que asesinó en un aparcamiento a su jefe en la empresa de paquetería en la que trabajaba desde hacía unos meses y, posteriormente, le decapitó.

Con la furgoneta de reparto en la que habitualmente hacía su trabajo, se dirigió a la planta que la empresa estadounidense Air Products tiene en Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de Lyon. Allí, le abrieron la puerta pensando que iba a hacer una entrega.
Salhi colgó la cabeza de su jefe de una valla y la rodeó de banderas con inscripciones árabes, antes de estrellar el vehículo contra un almacén repleto de bombonas de gas, lo que provocó una gran deflagración, aunque ninguno de los casi 50 trabajadores de la planta resultó herido.
Levemente herido, se dirigió a otro almacén, donde fue reducido por un bombero cuando abría bombonas de acetona aparentemente con la intención de volar por los aires la fábrica, según su confesión.
La esposa y la hermana del sospechoso continúan arrestadas en dependencias de la policía de Lyon.
Pero el móvil terrorista sigue siendo uno de los que tratan de aclarar los investigadores.